En esta etapa, el liderazgo ha de asumir un carácter diferente a los anteriores (profeta y bárbaro). Debe ser compartido, delegado, y operar cada vez más en colaboración.
Durante este periodo de especialización, los constructores forjarán las vías internas para una producción eficiente, mientras que los exploradores continuarán el impulso hacia el exterior, la expansión de las fronteras de la corporación o la cultura que se está desarrollando.
Durante los estadios iniciales del desarrollo, el crecimiento depende en grado sumo del líder individual, profeta o bárbaro. Pero en el tercer estadio, el ambiente tanto interno como externo, se ha complicado en exceso y no admite ya la centralización absoluta de la toma de decisiones.
Durante los estadio iniciales era una ventaja que el líder o jefe poseyera un ego dominante, de modo que les pareciese un semidiós a los seguidores que debían aportar su contribución con una fe sin límites. Luego, en cambio, lo que se necesita es modestia y contención, que sirvan para promover colaboraciones y consensos.
El constructor se encarga de que el producto sea fabricado, o el servicio suministrado al cliente. Por lo regular se trata de una persona que ha madurado dentro de la organización.
Puede que el constructor mantenga todavía cierto contacto con la visión a largo plazo de profeta pero, por lo general, su orientación mira al corto plazo.
El constructor y el explorador son enemigos de los sistemas administrativos. Para el explorador, el trabajo de verdad consiste en salir a hablar con los clientes y sacarles los pedidos. ¡Eso es lo más importante! El explorador ha cosechado grandes éxitos en esa misión, ha sido premiado con varias menciones honoríficas, y no por quedarse en su despacho, sentado, sino por salir a la calle y a saber cerrar un trato.
El estadio de desarrollo que corresponde al constructor y al explorador es diferente a los anteriores. Ahora el líder tiene que ganarse la ayuda y la aprobación de los demás.
En esta etapa, los líderes deben adherirse a la visión poderosa y a los valores característicos del profeta. Y realizar acciones decisivas como el bárbaro. Pero, al mismo tiempo, también está la necesidad absoluta de ganar el apoyo de otros, w incluso la disposición a entablar compromisos aceptando condiciones menos que ideales para una misión.
Como especialistas en producción y en ventas, los constructores y exploradores son los principales responsables del desarrollo de la gran compañía. Sus organizaciones especializadas y su aptitud para coordinar, consultar y cooperar, son las cualidades de liderazgo cuyo resultado es el crecimiento.
Este estadio se caracterizará por el desarrollo de aptitudes cada vez mas especializadas, que, como consecuencia, darán lugar a una organización cada vez más diferenciada. “Durante los dos estadios iniciales del desarrollo, como hemos visto, lo único que preocupa a la compañía es la supervivencia. Pero, luego, todo el mundo se pone a pensar en qué deberían hacer para mejorar las cosas”. Esta es quizá la mejor época de la vida de una empresa. Todavía existe la oportunidad y la emoción del progreso, sin que aún se hayan revelado los achaques de la edad.
Durante este periodo de especialización, los constructores forjarán las vías internas para una producción eficiente, mientras que los exploradores continuarán el impulso hacia el exterior, la expansión de las fronteras de la corporación o la cultura que se está desarrollando.
Durante los estadios iniciales del desarrollo, el crecimiento depende en grado sumo del líder individual, profeta o bárbaro. Pero en el tercer estadio, el ambiente tanto interno como externo, se ha complicado en exceso y no admite ya la centralización absoluta de la toma de decisiones.
Durante los estadio iniciales era una ventaja que el líder o jefe poseyera un ego dominante, de modo que les pareciese un semidiós a los seguidores que debían aportar su contribución con una fe sin límites. Luego, en cambio, lo que se necesita es modestia y contención, que sirvan para promover colaboraciones y consensos.
El constructor se encarga de que el producto sea fabricado, o el servicio suministrado al cliente. Por lo regular se trata de una persona que ha madurado dentro de la organización.
Puede que el constructor mantenga todavía cierto contacto con la visión a largo plazo de profeta pero, por lo general, su orientación mira al corto plazo.
El constructor y el explorador son enemigos de los sistemas administrativos. Para el explorador, el trabajo de verdad consiste en salir a hablar con los clientes y sacarles los pedidos. ¡Eso es lo más importante! El explorador ha cosechado grandes éxitos en esa misión, ha sido premiado con varias menciones honoríficas, y no por quedarse en su despacho, sentado, sino por salir a la calle y a saber cerrar un trato.
El estadio de desarrollo que corresponde al constructor y al explorador es diferente a los anteriores. Ahora el líder tiene que ganarse la ayuda y la aprobación de los demás.
En esta etapa, los líderes deben adherirse a la visión poderosa y a los valores característicos del profeta. Y realizar acciones decisivas como el bárbaro. Pero, al mismo tiempo, también está la necesidad absoluta de ganar el apoyo de otros, w incluso la disposición a entablar compromisos aceptando condiciones menos que ideales para una misión.
Como especialistas en producción y en ventas, los constructores y exploradores son los principales responsables del desarrollo de la gran compañía. Sus organizaciones especializadas y su aptitud para coordinar, consultar y cooperar, son las cualidades de liderazgo cuyo resultado es el crecimiento.
Este estadio se caracterizará por el desarrollo de aptitudes cada vez mas especializadas, que, como consecuencia, darán lugar a una organización cada vez más diferenciada. “Durante los dos estadios iniciales del desarrollo, como hemos visto, lo único que preocupa a la compañía es la supervivencia. Pero, luego, todo el mundo se pone a pensar en qué deberían hacer para mejorar las cosas”. Esta es quizá la mejor época de la vida de una empresa. Todavía existe la oportunidad y la emoción del progreso, sin que aún se hayan revelado los achaques de la edad.
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