La característica principal de la era burocrática es la pérdida de sentido social, que, a su vez, produce la desunión. Los líderes se divorcian a sí mismos de sus seguidores. El tejido empieza a desintegrarse.
Los empleados de la organización burocrática empiezan a dudar que sus líderes tengan una visión clara del futuro de la organización.
En la era burocrática los miembros de la organización dedican sus energías claudicantes, no a la clientela ni a la competencia, sino a las guerras internas.
En este quinto estadio del ciclo, los líderes prestan más atención a los símbolos de su autoridad que a la sustancia de los productos o servicios que suministran. Son símbolos que dicen: “tú mandas, tú si sabes, tú eres un líder efectivo”.
Cuanto más burocrática sea la sociedad, más marcada estará la división entre los controladores y los controlados. La democracia se hace casi imposible allí donde el rendimiento económico se fía a unos mecanismos de control. Otra consecuencia del triunfo de la burocracia es una empecinada oposición al cambio. En este quinto estadio, la organización ha pasado a ser más importante que el individuo. El hombre está ahora al servicio de la organización. Durante esta etapa de la vida de la organización se producen cinco movimientos que son característicos: la centralización del poder, el retorno a la toma de decisiones por imposición, el comportamiento maquinal, el exceso de especialización y la creación de contraestructuras.
Se controla desde cómo hay que contestar el teléfono hasta el empleo del tiempo por parte de los inspectores, eso es centralizar el poder, a diferencia de la descentralización, que permite que uno se ocupe de lo que tiene entre manos. Ese es un mecanismo esencial para conservar las cualidades del profeta y del bárbaro, la visión y la capacidad de actuar con decisión. El exceso de administración promueve el comportamiento maquinal, irreflexivo, y la ineficacia; si en todo momento nos dicen exactamente que hacer y como hacerlo, pronto vamos a convertirnos en robots, sin pensar el porqué lo hacemos.
La especialización es buena en cierto modo y grado. Pero, cuanto más experto se hace uno en su especialidad, más indispensable se vuelve y menos se expone a que sus decisiones expertas sean discutidas por otros. Nadie es responsable del conjunto, sino sólo de su propia parcela, y éstas se hacen cada vez más inconexas y esotéricas.
Los empleados de la organización burocrática empiezan a dudar que sus líderes tengan una visión clara del futuro de la organización.
En la era burocrática los miembros de la organización dedican sus energías claudicantes, no a la clientela ni a la competencia, sino a las guerras internas.
En este quinto estadio del ciclo, los líderes prestan más atención a los símbolos de su autoridad que a la sustancia de los productos o servicios que suministran. Son símbolos que dicen: “tú mandas, tú si sabes, tú eres un líder efectivo”.
Cuanto más burocrática sea la sociedad, más marcada estará la división entre los controladores y los controlados. La democracia se hace casi imposible allí donde el rendimiento económico se fía a unos mecanismos de control. Otra consecuencia del triunfo de la burocracia es una empecinada oposición al cambio. En este quinto estadio, la organización ha pasado a ser más importante que el individuo. El hombre está ahora al servicio de la organización. Durante esta etapa de la vida de la organización se producen cinco movimientos que son característicos: la centralización del poder, el retorno a la toma de decisiones por imposición, el comportamiento maquinal, el exceso de especialización y la creación de contraestructuras.
Se controla desde cómo hay que contestar el teléfono hasta el empleo del tiempo por parte de los inspectores, eso es centralizar el poder, a diferencia de la descentralización, que permite que uno se ocupe de lo que tiene entre manos. Ese es un mecanismo esencial para conservar las cualidades del profeta y del bárbaro, la visión y la capacidad de actuar con decisión. El exceso de administración promueve el comportamiento maquinal, irreflexivo, y la ineficacia; si en todo momento nos dicen exactamente que hacer y como hacerlo, pronto vamos a convertirnos en robots, sin pensar el porqué lo hacemos.
La especialización es buena en cierto modo y grado. Pero, cuanto más experto se hace uno en su especialidad, más indispensable se vuelve y menos se expone a que sus decisiones expertas sean discutidas por otros. Nadie es responsable del conjunto, sino sólo de su propia parcela, y éstas se hacen cada vez más inconexas y esotéricas.
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